El Fuerte de San Cristóbal

Historia

El Fuerte de San Cristóbal es una fortaleza militar en el monte Ezcaba, próximo a la ciudad de Pamplona, construido a finales del siglo XIX y principios del XX.

El nombre oficial es rey Alfonso XII, pues fue realizado bajo su reinado, como consta en la puerta de entrada. Sin embargo, es más conocido por el nombre de los edificios que le precedieron, que fueron una ermita con un castillo en el siglo XIII y posteriormente, en el siglo XVI, una basílica dedicada al santo.

La ejecución del fuerte comenzó luego de la Guerra carlista, formando parte de la defensa del Pirineo mediante campos atrincherados, del que el Fuerte fue el único en ser construido dentro del campo atricherado de Pamplona. Otros campos atricherados previstos y tampoco terminados fueron los de Oyarzun (fuertes de GuadalupeSan Marcos y Choritoquieta), Jaca (Rapitán), Biescas (Santa Elena), Canfranc (Coll de Ladrones, Batería de Sagüeta y dos torres fusileras) y Gerona (Fuerte de San Julián de Ramis).

Esta fortaleza, la mayor de tipo poligonal del Pirineo, fue proyectada por el coronel de Ingenieros Miguel Ortega y dirigida por el comandante de Ingenieros José de Luna. Las obras se prolongaron desde 1878 hasta 1919. Para la construcción se dinamitó la cumbre del monte, lo cual permitió que se edificara la estructura de tres pisos en el interior de la montaña, ocultándola del exterior con dos metros de tierra. Se encuentra rodeada por un foso que impediría un posible ataque de la infantería.

El fuerte nunca llegó a ser usado con fines defensivos por la aparición de la aviación, que volvió obsoleta este tipo estructuras. Sin embargo, se utilizó como penal militar desde 1934 hasta 1945, algo para lo que no fue concebido y para lo que se precisó la construcción de muros de separación entre las dependencias carcelarias y las de los guardianes, demolidos a principios del siglo XXI.

Finalizada la Revolución de octubre de 1934, centenares de prisioneros asturianos y eibarreses fueron encerrados en estas galerías. Desde el principio, la falta de higiene y salubridad provocaron denuncias con exigencias de traslado de los presos y del cierre de la edificación como penal.

En septiembre de 1935, las malas condiciones de reclusión llevaron a la muerte a un miembro de la CNT de Santander, lo cual motivó paros en Pamplona. El fallecimiento de otro preso produjo posteriormente protestas en toda España y un motín en el fuerte, que fue reprimido mientras en Pamplona era secundado por un paro general. Numerosos ayuntamientos solicitaron el cierre del penal y el traslado de los 750 presos a otras cárceles. Los traslados se iniciaron en noviembre del mismo año.

En febrero de 1936, tras el triunfo del Frente Popular se decretó una amnistía para los presos políticos, de los cuales 400 estaban en el fuerte de San Cristóbal. Al salir, los presos denunciaron las condiciones en las que estaban y culpabilizaron de ello al exministro de Justicia Rafael Aizpún.

A partir del golpe militar de julio de 1936, en el que Navarra quedó bajo el control de los sublevados, volvió a llenarse el penal y, en pocos meses, tenía una población de unos 2000 presos. A muchos de ellos, sobre todo navarros y algunos riojanos, se les anunciaba la "puesta en libertad" y cuando iniciaban el descenso del monte eran abatidos.

Entre el 1 de enero de 1937 y el 6 de julio de 1945, fecha del cierre como penal, consta la muerte de 305 presos por motivos variados, predominando la "desnutrición" y los "paros cardíacos". Muchos de los fallecimientos estaban relacionados con la tuberculosis, ya que era centro receptor de otras cárceles con presos convalecientes por esta enfermedad como "Sanatorio Penitenciario". En el listado, hay 25 nombres en los que figura "traumatismo" como causa de la muerte, pero la causa real fue fusilamiento. La mayor mortalidad se dio en los años 1941 con 51 personas y 1942 con 61.

Aunque aún no hay constatación, todo apunta a que en esta prisión también se produjeron sacas al inicio de la guerra, como la del 1 de noviembre de 1936 ya mencionada, en la que habrían muerto 21 reos por "traumatismos"​

A todo lo anterior hay que añadir los 206 muertos en relación con la fuga del fuerte en el año 1938.

Asun Larreta, presidenta de la Asociación de fusilados de Navarra, refiere que a todas estas cifras hay que añadir unos 200 desaparecidos, que no constan en los archivos y que en su mayoría fueron asesinados.​

Realmente hoy podemos asegurar que fueron más de 6.000 los presos que pasaron por San Cristóbal.

La fuga del Fuerte de San Cristóbal

La fuga del Fuerte de San Cristóbal se produjo el 22 de mayo de 1938, y en la historia mundial de las evasiones es una de las más destacadas, tanto por el número de fugados como por sus consecuencias.

En 1938 había 2487 personas detenidas, en su mayoría dirigentes políticos y sindicales y militantes revolucionarios y republicanos. Estos sufrían de maltratos y vejaciones como palizas, hambre extrema y piojos, habiendo constancia de la muerte por esas condiciones de 305 presos.

La fuga fue preparada por unos treinta presos, que utilizaron la lengua esperanto para poder comunicarse sin ser entendidos por los demás. La operación se inició a la hora de la cena, momento en que había más dispersión de los guardianes. En distintos grupos fueron desarmando a varios de ellos y tras coger su armamento, se dirigieron a donde estaba cenando la compañía de soldados de guardia. Un soldado opuso resistencia y murió como consecuencia de un golpe con una barra. Posteriormente se rindieron los soldados de las garitas. En una media hora el fuerte fue tomado por los reclusos, que luego salieron de las instalaciones de la prisión.

Un soldado que volvía de Pamplona percibió lo que estaba ocurriendo y bajó a la ciudad a dar la voz de alarma. Además, un preso, el falangista Ángel Alcázar de Velasco, encarcelado tras los sucesos de abril de 1937 en Salamanca, también corrió monte abajo para avisar.

Cuando los camiones de los militares con reflectores se acercaron hacia el fuerte, algunos de los presos desistieron en su fuga, de tal forma que fueron contabilizados 1692 presos a las 3.30 de la madrugada. Se fugaron, por tanto, 795 de los detenidos, que iban mal calzados y vestidos, desnutridos, con escasos fusiles y en desbandada, sin organizar un plan de huida. Se inició inmediatamente la caza de los mismos, que sin resistencia fueron abatidos o detenidos. Consta que el mismo día 23 se detuvo a 259 evadidos. Para el día 24 ya eran 445. El último fue capturado el 14 de agosto, tres meses después, siendo apodado "Tarzán" por haber aguantado tanto tiempo solo en el monte.

De los 795 fugados, fueron detenidos 585, pasando sólo tres de ellos la frontera francesa. Se identificaron 187 cadáveres, a los que hay que añadir 20 muertos más sin identificar. Esto da, según la contabilidad del fuerte, cuatro más, que pudieran ser huidos de la represión en la retaguardia encontrados tras las pesquisas desarrolladas para capturar a los fugados del fuerte. Aunque la mayor parte pereció en Ezcabarte, que es la cara norte del monte, en Oláibar y en Baztán, la mayoría está registrada en Ansoáin, en la falda sur del monte. De los capturados, 17 fueron sometidos a juicio acusados de ser cabecillas, uno fue internado en el manicomio de Pamplona y 14 de ellos fueron condenados a muerte. Estos fueron fusilados en la Vuelta del Castillo, detrás de la ciudadela, el 8 de septiembre de ese mismo año: Gerardo Aguado Gómez, Teodoro Aguado Gómez, Bautista Álvarez Blanco, Calixto Carbonero Nieto, Antonio Casas Mateo, Daniel Elorza Ormaetxea, Antonio Escudero Alconero, Ricardo Fernández Cabal, Francisco Herrero Casado, Francisco Hervas Salome, Primitivo Miguel Frechilla, Miguel Nieto Gallego, Rafael Pérez García y Baltasar Rabanillo Rodríguez.

En las posteriores diligencias aparece el delator falangista Ángel Alcázar de Velasco, que vio reducida su pena. Con la reducción de penas también se vieron beneficiados otros 60 internos por colaborar. El director del establecimiento, Alfonso de Rojas, fue destituido de su cargo luego del hecho.

Actualidad

El Ejército abandonó las instalaciones en 1987, quedando un retén militar de vigilancia hasta 1991. A fecha actual se encuentra abandonado, siendo propiedad del Ministerio de DefensaEl fuerte ha sido declarado "Bien de Interés Cultural" por la Dirección General de Bellas Artes en el año 2001. Desde septiembre del 2007 la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la Sociedad Cultural Txinparta, junto con la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra, están procediendo a la exhumación de cadáveres en una zona próxima al fuerte. En octubre de 2008, el juez Baltasar Garzón ordenó continuar con la exhumación de esta fosa. Esta orden pretendía obligar a iniciar o continuar la investigación de diecinueve fosas en donde se encuentran víctimas republicanas de la Guerra Civil Española. Sin embargo, esta orden fue paralizada. El Congreso de los Diputados, en noviembre de 2007, por iniciativa de Nafarroa Bai aprobó la inversión de 500 000 € para tareas de limpieza y acondicionamiento del fuerte con el fin de evitar el derrumbe del mismo. Se preveía realizar los trabajos a lo largo de 2008, siendo ejecutados con retraso y finalizados en mayo de 2009. En estas obras se eliminaron todos los muros que se añadieron para la función de prisión así como la cocina de la cárcel. Durante los fines de semana del mes de junio de 2009 se abrió al público en visitas guiadas.





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